"X-Men: días del futuro pasado"; errores pasados, nuevos futuros
Una mirada desde el dolor y el resentimiento, con cierto toque de resignación por parte de Charles y Erik, que son, pese a todo, la clave de todo este universo.
Ven todos esos años perdidos, y en el fondo, aunque la necesidad del viaje al pasado sea otra, siempre está la duda de si podrán volver a ser amigos en algún momento.
Eso atañe a Charles y Erik, pero también a Mística, en camino de ser otra persona diferente a la que era, y a Lobezno, el siempre descarriado, que también tiene otra oportunidad de arreglar las cosas. Es una película de encrucijadas, de momentos vitales, y así se percibe de parte de todos sus protagonistas.
Erik, por su parte, ha incrementado su odio hacia la raza humana, pero no se oculta que si hay un cabo suelto que no funciona en su vida, ese es el abandono de su mejor amigo y su mejor compañera. Un hombre solo, con solo el odio para impulsarle.
Entre ambos, Mística, muy lejos de ser una persona y si una fría máquina de matar, también espoleada por el odio y el resentimiento de no tener a nadie de su lado.
Una auténtica familia disfuncional, ante la que Hugh Jackman (en un gesto que le honra, de actorazo con kilos de generosidad) decide ser mero detonante y después espectador, y Hank/Bestia la parte sensata y conciliadora.
Hay espacio para que personas como Bolivar Trask se aprovechen de ese miedo y decepción, uniendo por una causa común como el odio mutante. Más terrible si cabe porque conocemos el resultado de esa decisión en el futuro, en el aire queda la pregunta de, como dijo Xavier hará unas películas "si la generosidad para compartir el mundo es un rasgo del ser humano".
Queda en el tintero unas motivaciones más delimitadas para Trask, pero supongo que el simple odio nunca las necesita de verdad.
Un término bastante importante aquí, en todos pero particularmente en Charles. Es él, un hombre perdido, quien tiene la oportunidad de cambiar y ser mejor encerrada dentro de su propio egoísmo y decepción, y es su cambio el único que podrá realmente cambiar algo.
Les queda una última esperanza de reconciliarse, aunque sea bajo capas de resentimiento. Probablemente eso es lo único que importa en un futuro.
De eso iba la cosa, de todos los momentos que perdemos con quienes nos importan por un pasado imperfecto, de cuántas veces creyendo que estamos solos perdemos nuestra perspectiva de vida. Logan, probablemente el personaje más torturado de los X-Men, ahora tiene un recuerdo terrible que no llegó a cumplirse: la perfecta recompensa a su alma marcada por el dolor.
Y su visión les deja satisfechos y esperanzados, conscientes de haber librado grandes batallas, pero sabiendo que han conseguido esa tolerancia que llevaban buscando hace tiempo. No es un trabajo fácil, pero es el que tienen.
No se puede menos que aplaudir porque este momento en que han coincidido en el tiempo les haya dado una segunda oportunidad frente a guerras pasadas, y nos haya dejado con ganas de contemplar su próxima (renovada) aventura.
Etiquetas: Cine, Cine Social, crítica, Hugh Jackman, James McAvoy, Jennifer Lawrence, Michael Fassbender, Nicholas Hoult, Superhéroe, Viajes en el Tiempo, X-Men, X-Men: Días del Futuro Pasado
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