'Frozen: el reino del hielo'; corazón congelado
Ante esto, resulta reconfortante, y hasta temerario, que los animadores en Disney hayan creído ciegamente en su concepto. Pero no solo eso, sino que además están plenamente enamorados de él, de todas sus posibilidades.
Y precisamente, si de algo habla 'Frozen', y muy bien, es del amor. Ella misma, literal y alegóricamente, es un acto de amor.
Pero la desgracia sucede, y a partir de ahí el secreto se sobrepone al cariño. Tanto Elsa como Anna pierden de este cambio, la primera más que la segunda, dando lugar a que la soledad se abra paso entre las dos, sin darse cuenta. Un día son lo mejor que les ha pasado, y otro apenas recuerdan a la extraña tras la puerta.
Subvirtiendo lo que en principio podría haber sido una villana común o la típica rubia tonta que acaba sobrepasada por los demás, los matices de su personalidad son extraordinarios. Solo es una persona terriblemente emocional, que ha tenido que esconder dichas emociones para proteger lo único que le importa. Palabras mayores.
La canción "Suéltalo" ya forma parte de la historia del cine animado: Elsa pasa a ser la Reina de las Nieves, la soberana fría de un reino aislado y solitario, lo que en otros lugares es brujería, allí solo es plena naturaleza liberada. Naturaleza que estaba oculta en Elsa y deberá empezar a aceptar si no quiere dañar a Anna.
'Frozen' abraza su capacidad musical sin temor, y por el camino encuentra oro puro, cada emoción de Anna, Elsa o Kristoff (el amable vendedor de hielo que ayuda a Anna) amplificada en verdaderos temazos genuinos, que en boca de los personajes suenan bien pero que magnificados por la belleza de la animación se hacen inolvidables.
Una vez más, 'Suéltalo' me gana, pero como olvidar 'Por Primera Vez en Años' o la escena de apertura, con aire al Disney coral más clásico. Fusión de técnicas al servicio de la historia, como siempre fue.
Lo mejor es que todo esto ya estaba en los grandes clásicos de la compañía, pero 'Frozen' no se conforma con eso, va más allá: abraza clichés el tiempo suficiente para autoparodiarlos, y bordea la fina línea de lo cruel sin que le tiemble (demasiado) la sonrisa.
También están Anna y Elsa, a las que la corrección les ha restado años de entendimiento mutuo. Solo es al final cuando Elsa comprende que no puede dejar que Anna luche sola por derribar esa "congelación" que había sufrido su cariño.
Al final, y pese a todo, es la historia de dos hermanas que cuando se dicen lo nunca dicho pueden continuar su vida y su mundo.
Pero que de adulto tampoco, porque nos habla en el fondo de nosotros. Y porque Disney ha cruzado la barrera para contárnoslo, a ti, sabiendo que ya no crees en los animales cantando, pero en el fondo siempre les has tenido simpatía, como Elsa la ha tenido para con Anna.
Etiquetas: Animación, Aventura, Chris Buck, Cine, Critica, Frozen: El Reino de Hielo, Idina Menzel, Jennifer Lee, Jonathan Groff, Kristen Bell, Musical
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