"Snowpiercer"; el tren del fin del mundo
Grandilocuentes palabras para una historia que solo aspira a ser una pieza de puro 'pulp' y ciencia-ficción más alegórica.
Pero vaya pieza.
Como tal, en sus vagones no caben esperanzas demasiado ambiciosas, sino que más bien de su lucha de clases emerge un sentimiento parecido al ver un par de ratas luchando por un trozo de pan: que lamentables somos, que aun en la extinción somos capaces de seguir quitándonos las cosas de las manos.
Curtis, más por obligación que por convicción, es forzado a llevar dicho sentimiento elevado, de que realmente llevan a cabo una revolución que servirá para algo, a pesar de su violencia y crueldad.
El paisaje helado que se atisba fuera, en todas sus apariciones, reviste más bien conformismo que nostalgia: llevamos nuestro planeta a la extinción, y ni eso sirvió demasiado. Seguimos peleando por tener el mejor lugar bajo el Sol (o más cerca del Motor).
Lo dicho, lo que es la humanidad, estar dentro de cilindros metálicos no les ha cambiado demasiado.
Sin revelar demasiado, y en la tradición de los mejores argumentos de ciencia-ficción, todo tenía un propósito. El dolor, el sufrimiento y la miseria deben existir para que exista lo contrario, y no somos los seres humanos quienes lo instauramos, sino las propias normas de la naturaleza.
Eso, y descubrir que en el fondo, todos somos más humanos de lo que pensamos, para el bien o para el mal.
'Snowpiercer' queda configurada como un paso enormemente valiente dentro de una ciencia-ficción con tendencia a la redención: la redención no acaba de ser posible por ser quienes somos.
Etiquetas: Bong Joon-ho, Chris Evans, Cine, Cine de Catástrofes, Cine Social, crítica, Ed Harris, Jamie Bell, John Hurt, Snowpiercer, Tilda Swinton
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