27.11.14

"Donde viven los monstruos", para adultos que siguen siendo niños

Cuando el sinsentido cobra sentido, cuando no tratas de entender la película es cuando la entiendes.
Una película en la que tienes que tener una mente más adulta pero sin haber perdido ese espíritu infantil, así es la adaptación de Spike Jonze del cuento infantil de Maurice Sendak.

Con una fotografía increible y unos paisajes que harán que de verdad quieras viajar a donde viven los monstruos. 
Spike Jonze y Dave Eggers, partiendo de las pocas líneas con las que cuenta la historia de Sendak, han sabido darle un transfondo psicológico a la película en la que retratan la inmadurez del niño.
En la que cada monstruo representa una parte de nuestro interior y en los que el protagonista puede verse reflejado a él y a las personas con las que vive en el mundo real.
La necesidad de sentirse rey de todo lo que nos rodea, el ego, los celos, la incomprensión y todos esos sentimientos que han formado parte de nuestra infancia y que nunca se irán para siempre.


Todas esas facetas que tenemos tan diferenciadas que hay que desarrollar y unir para dar lugar a nuestra personalidad ya forjada y la necesidad de combinarlas para dar lugar a una estabilidad psicológica adulta.

La estética muy acertada, la recreación de los personajes y ese mundo en el que tiene lugar la historia, inmejorable. El ritmo es lento, en ocasiones quizás demasiado lento, pero necesario para lograr abstraerse un poco del mundo real.

El sonido, la música y la iluminación también están impecables. Todo encaja perfectamente en una película en lo que lo más importante es su sencillez y belleza. En definitiva, ese ambiente de cuento tan bien logrado.

El resultado de todos estos factores es una especie de videoclip indie mezclado con ese cuento que es la película. La historia te puede gustar más o te puede gustar menos pero no se puede negar que la realización del film está muy bien lograda.

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