6.12.13

'Los juegos del hambre: en llamas'; política y entretenimiento


De la forja de un símbolo revolucionario, de eso va 'Los Juegos del Hambre: En Llamas'. 
Un tema bastante pantanoso, sobre todo en los tiempos que corren de ataque contra el sistema, que podría suponer un paso en falso hacia la consolidación de una franquicia que busca ofrecer la idea de que sí, otro tipo de orden es posible. 
Y sorprendentemente, lo consigue.
Hay que recalcar que 'En Llamas' es secuela de manual: aumento exponencial de los peligros de su primera parte, contemplación velada por el tiempo de los temas que ahí se trataban, y consecuencia directa de la misma. 
Si la Katniss que vemos al principio de esta historia es la que es, es porque hará un año la obligaron a hacer cosas de las que todavía deberá librarse para poder llegar a ser quien tiene que ser.



Ojo, quien tiene que ser, no quien quiere ser. 
Katniss se da cuenta de que tiene que seguir manteniendo su amor por Peeta ante las cámaras, aun a pesar de lo mucho que está dañando a ese chico, para que su familia y ella puedan seguir viviendo. 
El problema es que no solo afronta esos compromisos con el Capitolio: la Chica en Llamas y su Sinsajo se han convertido en estandarte de una revolución que surge en las calles. Ella hizo un voto para sobrevivir, y no se da cuenta hasta ahora que esa supervivencia tenía aparejada el cambio de toda una sociedad. 
A Jennifer Lawrence le toca el papel-caramelo del año, una actriz buena lo defendería sin problemas, una actriz buenísima como ella lo hace carne. El estandarte de esta saga es ella, y cada vez queda más claro.
A su alrededor todo está construido con bastante más cuidado que en otras ocasiones, porque lo que en la primera entrega era pura exposición ahora es inteligente sutilidad. 
Si el presidente Snow en la anterior era apenas un capitoste de opereta, aquí desde la primera escena, y con un Donald Shuterland que saborea perversamente cada palabra, nos deja claro que las reglas han cambiado, se come o se es comido. 
Es una película mucho más política que su precedente, y se agradece que le hayan dado tiempo a eso, pues vemos que Katniss y Peeta son juguetes del Capitolio y en los diferentes Distritos la gente les incita a ser algo más que eso.


Por lo bajo, late cierto poso trágico del amor que Peeta le profesa a Katniss, y si bien creo que no molesta y es bastante sincero para lo que estas sagas suelen aportar, creo que habrían hecho bien en dejar todo algo más ambigüo respecto a la protagonista. 
Que esa es otra: la muy puñetera lleva dos películas sin tomar una decisión que surja conscientemente desde ella misma y altere significativamente la trama. No me parece mal para recalcar que no acaba de ver clara su posición en todo esto, pero espero que el cambio de expresión que vemos al final sea el principio de algo mucho más jugoso. 
(Inciso: narrativa pura, convergencia de todas las tramas de la historia en una simple expresión, y Jennifer Lawrence cumple con el reto. Final a capón, pero buen final)
¿Los Juegos? Bien gracias, casi parecen una excusa para justificar el título, porque lo más interesante se ha estado moviendo fuera de ellos bastante bien. Incluso sus preparativos dejan más para el recuerdo, con ese renovado paso triunfal ante las gradas, el baile de alta sociedad contraste con toda la miseria que Katniss y Peeta han ido viendo o las curiosas presentaciones de los rivales a batir. 
Un cambio de escenario agradecido y con buenos nuevos misterios, pero todas las figuras que pululan por ellos, pese a su inicial nervio (la sorprendente Jena Malone, el noble Sam Claflin) parecen más muñecotes que avanzan la acción, salvo momentos puntuales que demuestran ser algo más.



Se queda la sensación, pensándola fríamente, que es una repetición hipervitaminada de la primera, con demasiado a deber a sus secuelas. 
Pero sería un insulto definirla así cuando es puro músculo, progresión de temas complicados y crecimiento de Katniss Everdeen, la más fascinante protagonista de una saga juvenil del momento. Y encima aborda las intrigas político-afectivas con bastante buena nota en su primera mitad. 
En definitiva, y a perdonar el juego de palabras, una película en llamas, que rompe, rasga y no se detiene. A ver a dónde nos lleva el vuelo del Sinsajo.

Nota: 7 / 10

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