Buried (Enterrado)
Buried (Enterrado) (o de cómo dar tensión a 95 minutos de metraje).
Esta película, estrenada en 2010, es una coproducción española-americana de
esas que ayudan a derribar clichés sobre el cine en nuestro país. Nos cuenta la
historia de Paul Conroy (Ryan Reynolds), un transportista norteamericano en
Irak secuestrado y enterrado vivo con poca ayuda más que la de un móvil y un
mechero.
Buried es arriesgada por la complejidad de su simpleza. Parte de una
premisa: un único actor y un único escenario. Debido a esto, la primera dificultad
que se plantea es ¿cómo salvar este film sin hacerlo tedioso? Pues bien,
Rodrigo Cortés, su director, nos da una lección de que esto es posible, pero
para ello requiere de un enorme esfuerzo de planificación que puede pasar
desapercibido a ojos del espectador.
¿Cómo ha logrado su propósito? Al aparecer un solo personaje es fundamental
que su interpretación no decaiga. Si la única actuación presente, si este hilo
conductor falla, toda la obra se viene abajo. Pero Ryan Reynolds cumple su
función con creces, lo que sorprendió gratamente al público en el momento de su
estreno, pues la trayectoria del actor no parecía describirle como el idóneo
para el puesto.
Siguiendo con la línea de la interpretación y metiéndonos en el área de la
banda sonora: las voces, los suspiros, las respiraciones y los gemidos parecen
ser otro de sus puntos álgidos, pues suman a la hora de mantener al espectador
enganchado a la pantalla.
El otro gran factor a tener en cuenta es la fotografía y la iluminación.
¿Cómo realizar tanta variedad de planos en un espacio tan reducido?
Quizás son de lo más llamativo, puesto que prácticamente no alteran la percepción
del tamaño del escenario y no se tornan aburridos ni repetitivos. A esto hay
que añadir el ingenioso ejercicio llevado a cabo para iluminar el habitáculo
por vía de elementos diegéticos tan rudimentarios y sin que las sombras generadas
entorpezcan o distraigan al espectador.
Investigando un poco la película, llama poderosamente la atención que el
guion (de Chris Sparling) fue extraído de la Blacklist de Hollywood, la lista con los mejores guiones no
producidos por parecer demasiado complicados o pretenciosos de grabar. Punto a
favor para todo el equipo de producción y para Cortés por atreverse con este
trabajo; y punto a favor para el cine, que consigue llevarse una obra muy
interesante a las estanterías culturales.
Buried, además, es un thriller dedicado a la reivindicación: el absurdo de
la burocracia, el cómo la nación y las empresas pueden anteponer su imagen a
una vida humana. Toda esa pérdida de tiempo nos consume, igual que consume la
batería de un móvil que le puede otorgar la libertad al protagonista.
El conjunto del film hace que el espectador pueda perdonar algunas carencias
y escenas algo inverosímiles, pero que se pasan por alto para llegar a un
desenlace completamente absorbente y tan bien atado que deja sin habla una vez
acabada la proyección.
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