"The Grandmaster"; el legado de los maestros
Tras ver melancólicos decorados nevados, agresivas lluvias a contraluz y bellas coreografías como luchas a nadie le puede quedar ninguna duda: sí, esto es una ópera. Y como tal, no solo es bella, sino también terriblemente trágica.
Avanzar sin dejar de mirar atrás, o romper hacia delante sin que nada te detenga. Una elección de disciplina que ninguno de ellos llegará a suponer que es también de vida.
Avanza sin dejar de mirar atrás. La interpretación de Tony Leung funciona por contención y por eso ya gana: nunca la verdadera pena tuvo un rostro tan noble.
Si Tony Leung es la cara de la pena difuminada con nobleza, Zhang Ziyi es la cara de la fragilidad que esconde un sincero (y agresivo) amor a la forma de vida de su padre, las artes marciales.
'The Grandmaster' establece las artes marciales como una actitud y forma de expresión con esos detallistas seguimientos de manos y pies, también como termómetro de emociones. No es lo mismo ver luchar a Ip Man bajo una lluvia cadenciosa, consciente de si mismo (plástica maravilla), que contra un ignorante profesor que quizá desea demostrarse algo a si mismo. En la primera veo a un hombre pleno de esperanza, en la segunda un carácter corroído por la espera y la pérdida.
La única lucha que comparte con Gong Er es una danza, y solo hasta determinado plano no nos damos cuenta (toda la vida se pasarán tratando de repetirla).
Y a veces actos como ese, que nos reafirman en nosotros mismos, también pueden ser la causa lenta de nuestra destrucción final. Pero para Gong Er, ganar la única lucha que ha estado esperando bien vale el precio de si misma.
La tragedia de su lucha solo puede compararse a la de su compañía: las dos únicas personas que mejor pueden entenderse en ese mundo derrumbándose no pueden estar juntas porque sus artes ya les han dado el camino opuesto.
Al final, solo quedan arrepentimientos sinceros, y la devolución de una promesa hecha en el tiempo: no tiene sentido seguir conservando lo que en ningún momento llegará a tener valor, muy al contrario que su modo de vida, las artes marciales. Wong Kar-Wai sigue llenando sus películas de talismanes que guardan grandes historias, símbolos de estas múltiples paradojas que la vida nos aguarda.
Primero de una época de oro y tradición, más tarde de una sociedad de contrachapado e inevitable tristeza por lo perdido (y no todo lo perdido era solo una identidad nacional).
Para bien o para mal.
Etiquetas: Artes Marciales, Cine, Cine Social, crítica, Japón, The Grandmaster, Tony Leung, Wong Kar-Wai, Zhang Ziyi
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