'Bienvenidos al fin del mundo'; los héroes que tomaban cervezas
Atrás quedan los tiempos felices, tiempos de lucha, inconformismo, puede que incomprensión, pero sobre todo de felicidad. Preguntarse qué ha sido hoy de esos tiempos suena a broma macabra, casi a burla cruel, y lo peor es que quienes los compartieron te dicen que mejor no mirar. ¿Si éramos tan felices, solo al inicio de nuestras vidas... por qué a mediados de ellas no lo somos más?
Edgar Wright toma esta generación, las que vendrán y las que se fueron, para contarnos en una carta de amor sentida al género lo que ya sabíamos: que no siempre ganamos.
Edgar Wright ha madurado, como narrador y como espectador, y en una de las trilogías más redondas jamás hechas nos habla un poco de nosotros, de lo que somos, de adónde hemos llegado. En su tercera entrega, irónicamente llamada 'The World's End' (no por casualidad, la más autoconsciente de en qué lugar se encuentra en su filmografía).
Se ha creado un nuevo género, que se podría llamar "épica de bar", pues como antaño, tenemos a héroes invencibles en su propio viaje hacia la madurez, pero entre cervezas, risas y coñas marineras que todos hemos vivido alguna vez. Las pruebas y peligros que tendrán que enfrentar siguen siendo igual de peligrosas, pero incluyen las clásicas víboras de discoteca y el camarero pesado que nos da la chapa.
Se ve la aventura y la épica en lo cotidiano, para acercarnos y decirnos que, en el fondo, todos hemos sido supervivientes de lo nuestro. Wright se acerca unas cervezas y nos empieza a contar que éramos héroes de viernes a sábado. Y podemos volver a serlo.
Y al borde del abandono, sucede lo imposible. Y de nuevo, creemos que hay una guerra que luchar (Nick Frost está particularmente soberbio aquí). De nuevo, volvemos a la guerra que se libra entre nuestra consciencia y el alcohol. Estoy cansado de que el mundo me pare, y le voy a dar de hostias hasta que me deje en paz.
Y de fondo, o al fondo, el Fin del Mundo. La odisea más improbable, en el lugar más improbable, con la gente menos preparada. ¿Pero así son las cosas, no? Vamos a patear unos cuantos culos que creen que somos menos.
Con él, Nick Frost pierde presencia como compañero, pero es en beneficio de un bien indudablemente mayor, como es la interpretación de Simon Pegg. Solo él podía mostrarnos de esa manera lo desorientados que vamos cuando dejamos de tomarnos las pintas, de ser héroes en una noche.
'The World's End' es la celebración de que sí, somos deshonestos, estamos cansados y se nos van las promesas y la fuerza por la boca. Pero nunca nos rendiremos.
Gracias, Edgar Wright. Porque me has hecho sentir un héroe luchando contra el aborregamiento y contra mi propia decadencia. A mí, al tío que solo quería echarse unas risas con los amigos en el bar. Como tú. Como él, Gary. Como todos. Este particular brindis va por vosotros.
Etiquetas: Acción, Cine, Cine Comedia, Cine de Catástrofes, Critica, Edgar Wright, Martin Freeman, Nick Frost, Pierce Brosnan, Simon Pegg, The World's End, Trilogía del Cornetto
0 Comentarios:
Publicar un comentario
<< Inicio