"Nymphomaniac. Volumen I (2013)", el arte de la bajeza
Y en cierta manera así es. Seligman, el hombre que la encuentra en la calle, no está tan interesado en acostarse con ella como en escuchar su historia como el espectador. Los apuntes que introduce podrían venir de mi boca, y Joe me mira directamente a los ojos.
¿Buscamos moralidad aquí? Quién sabe, pero lo que no se puede negar es que en 'Nymphomaniac' hay una satírica y puede que hasta retorcida mirada al mundo de ojos de la persona más sincera que hemos podido encontrarnos.
Algo parecido significa para Seligman el arte, y por eso siempre intenta buscar la manera de conectarlo a la vida de la protagonista. Pero para Joe el arte no es nada, se define como ignorante. Y sin embargo, encuentra su propio tipo de "arte", que en todo momento se hermana a las didácticas explicaciones de Seligman sobre la pesca, sobre Poe y sobre el cantus firmus.
El sexo, lo bajo y lo irracional como respuesta a lo elevado, racional y sensorial. Es solo una de los descubrimientos que nos lega la vida de esta ninfómana de la cual queremos escuchar un relato.
Podemos proyectar nuestras fantasías en él, pero en el fondo no hay nada de que reírse, no hay colegialas representando teatrillos. No solo Joe me deja claro esto, también pregunta si me aburro.
Y sin embargo, el sentido del humor negro deja al aire muestras patéticas de humanidad que en el fondo, por mucha corrección y elegancia, solo desea sexo, y se burla de ellas. Joe se ríe del mundo a conveniencia, y sin embargo las risas del público nunca han sonado tan incómodas: puede que la distancia irónica nos haga más fácil sobrellevar nuestro duro retrato.
La forja de lo que Joe llama un monstruo, y lo que Seligman considera chiquilladas sin importancia. Todo empieza así, como un juego. Son los juegos los que luego trascienden cuando no importa tanto el premio como haber participado.
La entrada al mundo laboral, que se puede traducir en envidias por "la perra esa". La renuncia orgullosa por un triunfo futuro. Joe, como todos, acaba queriendo lo que no puede tener. Aunque sea "femenino" por una sola manía. El amor (de ninfómana o cualquiera) es así.
A través de la cabronada más lentamente deliciosa y perversa que haya visto, vemos cual es el precio que Joe paga a los demás por satisfacerse. Diagnóstico: Solitaria busca gente que no quiera atarse pero sí meterla en caliente.
¿Reafirmación o decepción? Un poco de ambas, pero si hay una confirmación: el vacío de sentido prolongado puede privarlo cuando más lo necesitamos.
Intachable uso de la pantalla partida y las metáforas. Parece que hemos alcanzado el clímax, pero la cosa se asemeja más a un gatillazo. Y hasta aquí puedo meter... perdón, leer...
Pero Seligman lo ha dejado caer: no siempre tiene que haber justificación. Un pájaro vuela porque tiene alas, y todos, en mayor o menor medida, nos condicionamos por cómo o cuánto podamos volar.
A la espera del "...you" que probablemente lo complete y engrandezca.
Etiquetas: Charlotte Gainsbourg, Cine, Cine Social, crítica, Jaime Bell, Lars Von Trier, Nymphomaniac, Shia LaBeouf, Stacy Martin, Stellan Skarsgard, Uma Thurman
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