LA REGLA DEL JUEGO
La mirada documental de Jean Renoir: leones y gacelas
Jean
Renoir investiga y analiza con la mirada atenta y curiosa de un realizador de
documentales el hábitat natural de dos especies opuestas: los señores y los
criados. Con un primer vistazo, la diferencia y distancia entre ambos parecen
obvias pero poco a poco descubrimos que, en realidad, comparten espacio, oxígeno
y pasiones.
 |
Señores/Leones |
El
documentalista convierte a los personajes, tanto principales como secundarios,
en animales que se pasean por grandes casas en lugar de la amarilla sabana. Captar
cada momento en la vida de las manadas de leones y gacelas y las relaciones que
se dan entre ambos se convierte en la obsesión del naturalista. Unos leones que,
asentados desde hace tiempo, perdonaron la vida a unas gacelas que aceptaron
con gusto la servidumbre. Quien
nace león, muere león. Quien nace gacela, muere gacela, y si puede ser de
vieja, mejor para ella.
 |
Izda: Lisette (Paulette Dubost) Dcha: Christine (Nora Gregor) |
Renoir utiliza la profundidad de campo con maestría y sutileza
para establecer la relación de poder entre ambas clases. En primer término, los
ricos conversan mientras que en segundo término, los criados limpian o recogen
los platos. Sin embargo, cuando los criados hablan entre ellos no hay en
segundo término ninguna acción llevada a cabo por los señores, sí por otros
criados. Las historias y la vida de los criados están, entonces, supeditadas a
la vida y las historias de los ricos. Ejemplo extremo es el personaje de
Lisette, criada Christine, mujer del Marqués de la Cheyniest, para la cual
señora parece no trabajar sino vivir.
Pero
Renoir juega al despiste y, una vez establecida esta aparente superioridad de
unos sobre otros, se aventura a ponerla en duda con un recurso de montaje. La
escena en que los criados comen en el piso de abajo se cierra con un plano de
una radio y, mediante un fundido encadenado, pasamos a otro plano de un aparato
de música, esta vez en el piso de los señores que, al igual que los criados, conversan
y ríen. ¿Son acaso la misma especie con los mismos hábitos pero en distintos
pisos de la lujosa mansión? La respuesta es afirmativa, ya que después de este primer
momento de aproximación entre ambos llegamos a una igualación completa de los
dos mundos con las peleas entre los machos alfas. La sangre se derrama entre
iguales, un rico contra un rico y un criado contra un criado. La interacción
sigue siendo horizontal pero ambos estratos se muestran como iguales
La vida es un juego de
apariencias
La
vida es un juego en el que la regla principal es guardar las apariencias. Hay
dos tipos de jugadores: los que obedecen la regla y los que no. El Marqués y el
resto de señores son del primer tipo. Los criados siguen las reglas por reflejo
y, finalmente, las hacen suyas convirtiéndose también en jugadores.
El
personaje que interpreta Jean Renoir, Octave, no pertenece a ningún bando.
Funciona de mediador, ayudando a unos y a otros, deshaciendo entuertos. Es una
apátrida social, no tiene clase: se mueve por el mundo de los ricos pero no
tiene dinero. Marceau también se encuentra en su misma situación, es un nómada,
un cazador furtivo que cuando intenta integrarse en la sociedad como un jugador
más, falla estrepitosamente. Ninguno de los dos sigue la regla principal del
juego.
 |
Izda: Octave (Jean Renoir) Dcha: Marceau (Julien Carette)
|
La
partida termina con las sombras de los personajes, sus proyecciones. Lo que en
realidad son, sólo formas sin contenido. Los únicos que no se convierten en
proyecciones de ellos mismos son Marceau y Octave, no pertenecen a ninguna de
las dos clases, los dos están marginados de toda convención social y parecen no
estar supeditados a ninguna regla del juego, los dos son los únicos reales.
Leones y gacelas se creen diferentes pero beben del
mismo manantial. Sólo los que deciden no perseguir ni ser perseguidos pueden
salir de la sabana y, atravesando bosques, montañas y desiertos, puede que incluso
lleguen a ver el mar, al igual que hizo posteriormente Antoine Doinel en Los Cuatrocientos Golpes.
Nunca una comedia domesticada y clasista
fue tan salvaje e igualadora
Etiquetas: Cine, Cine blanco negro, Cine Clásico, criados, Critica, crítica social, Francés, Jean Renoir, La regla del juego, maestría, señores, Wagner Cardeña
1 Comentarios:
Buen análisis
Publicar un comentario
<< Inicio